Solapas principales
Nudo Negro es, justamente como su nombre lo dice, una vuelta inesperada en los platos que parten de México, para dar un giro hacia las cocinas del mundo. En Nudo Negro la gente vive toda una montaña rusa de sabores, texturas e ingredientes, capaz de convertir la experiencia en una bitácora de viaje y revivir los pasos de los chefs Daniel Ovadía y Salvador Orozco por diferentes cocinas del mundo. En nuestra cocina se combinan los molcajetes, el vapor, el fuego del wok, y la brasa de nuestro horno Josper para así ser un lugar de culto a los ingredientes mexicanos, las especias del medio oriente, las técnicas japonesas, los encurtidos coreanos y más. Nuestro mundo, donde la idea es siempre sorprender: la música, la cocina, el servicio y hasta el barman que se eleva para fascinar al espectador. Cocina fusión realizada con inteligencia. Se dice que en Nudo Negro se vive la locura. Pensando que loco es “aquel que excede en mucho a lo ordinario o presumible”. Así es Nudo Negro. En un ambiente relajado y sobrio a la vez, se vive un proceso de cambio constante, donde los platillos de Daniel Ovadía y Salvador Orozco se van encontrando en sus travesías, para ofrecer al cliente una experiencia distinta cada vez. La bitácora culinaria es como un diario de viaje que se escribe día a día, para llevar a los comensales a recorrer, con el paladar, nuevas geografías y emociones. En Nudo Negro los platillos están elaborados para compartirse, permitiendo a los comensales degustar diversas creaciones en las que resalta una fusión de sabores, técnicas y experiencias. Se puede comer con las manos, con palillos o con cubiertos, el comensal es quien elige. Aquí no hay reglas, no hay etiqueta, lo único importante es disfrutar. El menú de Nudo Negro no se parece a ningún otro en oferta de platillos, tipo de ingredientes o presentación. Así, un sazonador etiope, unos frijoles japoneses, el vinagre negro, la cúrcuma o el huitlacoche, juegan en la cocina para formar platillos lejos de lo común.

En 2010 dos cocineros se unieron con una meta común: hacer restaurantes. Así fue como Daniel Ovadía y Salvador Orozco sumaron sus cualidades, visiones y trayectorias complementarias para conceptualizar, montar, arrancar y operar restaurantes. Hoy, con más de una decena de proyectos andando, Bull & Tank refuerza día a día su intención de plantear restaurantes de experiencia completa, de cuidado al detalle en todas las áreas, buscando la excelencia desde una perspectiva desenfadada, accesible y redituable para sus inversionistas. Así, quienes alguna vez pensaban sólo en cocina mexicana contemporánea, cambiaron los molcajetes y chiles por una visión empresarial cuya pasión descansa en acercar la buena cocina y el buen servicio cada día a más personas. Daniel Ovadia y Salvador Orozco son dos jóvenes chefs que difunden, mediante sus creaciones culinarias, las riquezas de México. En un ejercicio introspectivo y de fusión logran platillos que parecen inverosímiles… Salvador y Daniel son cocineros arriesgados que desbordan su pasión por lo que hacen. Siempre contracorriente sorprendiendo con sus platillos y su búsqueda eterna por la perfección para agradar a los comensales. Con su excéntrica y chispeante cocina, Daniel y Salvador dejan claro que son una tendencia por seguir y revisar. Su restaurante insignia, Paxia, durante los 10 años que permaneció abierto, se mantuvo entre los mejores restaurantes de México y Bull and Tank Restaurant Group se sigue expandiendo. Se suman Peltre, una cocina de barrio y de recuerdo, Nudo Negro, cocina inspirada en México pero con giros inesperados hacia otras cocinas como la vietnamita e israelí y sabores inéditos que llevan al comensal a una experiencia única; Cranker, un sports bar con pizzas a la leña y hamburguesas al carbón; DAO, su primera aventura con un restaurante cien por ciento asiático; Terraza Alboa Prime, tapas de corte moderno en una amplia terraza con conciertos de jazz y blues; Punta Corcho en Puerto Morelos, Quintana Roo, en donde Daniel y Salvador realizan una cocina del mar a la leña; Paragüero en Cuernavaca, Morelos, en donde hacen una actualización de la tradicional taquería y reinterpretaciones de platillos típicos mexicanos; Merkavá, en donde se adentran a la cocina de Medio Oriente, creando así el primer restaurante Israelí y hummusiya en México; Tajaná, una pequeña barra con comida callejera de influencia israelí; Jefe Wong, con cocina del sur de Asia y donde reúnen sus experiencias de múltiples viajes a Singapur y por último, Urike, dentro del ferrocarril turístico y de pasajeros Chepe Express, basándose en una cocina mexicana de los estados de Sinaloa y Chihuahua. La cocina de Ovadía y Orozco nunca deja de transformarse y nace de un sinfín de recetas creadas por dos inconformes que buscan y buscan y que, de a poco, han ido estableciendo platillos imborrables. Se han marcado un camino difícil: el de la innovación y la experimentación.